Es hora de empezar a soñar

         Este año nos tiene cohibidos en muchos aspectos. Hemos tenido que poner tantos planes en pausa y cancelar otros que a veces nos podemos sentir a la deriva. Uno llega a sentirse como que interrumpido. Tal vez perdiste tu empleo, no has podido conseguir otro, o empezaste uno nuevo y no logras ajustarte. Tal vez tenías un gran viaje planificado después de varios años sin coger vacaciones, o tuviste que convertirte en tutor o tutora de tu niño de la noche a la mañana.

         Sea cual sea tu situación personal, lo que nos une a todos es que nos vimos obligados a repensar quiénes somos y cómo nos relacionamos con el mundo sin esos planes y esas estructuras que antes teníamos.

         En mi caso particular, a medida que lo que se pospuso terminó siendo cancelado y tres semanas de cierre se convirtieron en meses, se me fue apagando la capacidad de sentir esperanza. Comencé a lidiar con el día a día, con los nuevos retos que se iban añadiendo, y me ocupé en mantener una normalidad manejable. Y en ese proceso, la ilusión que sentía antes de la pandemia se fue empañando.

         Aunque no queda claro qué va a pasar el año próximo, ya que el comienzo de un año nuevo no necesariamente nos va a regresar a la normalidad en un pestañear, sí siento que es hora de comenzar a darme permiso para imaginar cosas buenas y nuevas, de volver a soñar y a hacer planes más allá del diario vivir. Me doy permiso también para agradecer por todo lo bueno que hay en mi vida, en particular por mi comunidad de danza árabe, que me ha permitido seguirme moviendo y compartir mi amor por esta danza con otras personas. Me doy permiso para imaginar proyectos nuevos, y dar rienda suelta a las ideas.

         Espero que tú también te estés dando permiso para soñar un poco, sentir esperanza e imaginar qué aventuras nuevas estás por descubrir este próximo año que se acerca.

Cómo desconectarte en casa

La cuarentena sigue, y aunque se han hecho varias tentativas de reapertura, lo cierto es que todavía nuestras posibilidades de movimiento y reunión están bastante restringidas. Así las cosas, es importante encontrar alternativas de desconexión y relajación aunque sea en casa.

El movimiento forma parte importante de ese proceso de desconexión y relajación. Según expertos, cuando sentimos ansiedad o pánico, mover el cuerpo puede ser una de nuestras primeras líneas de defensa.

Tomar clases en línea de lo que sea puede darte esa opción de conectar con otras personas y seguir en movimiento. Aunque no es exactamente igual que estar presencial, las clases en línea pueden ser una forma de manejar el estrés de estar encerrados en casa.

Claro, no hay nada como salir a dar una caminata a algún lugar con árboles o a mirar el atardecer desde otro punto para volver a encontrar nuestro centro.

Otra opción para desconectarte y reenfocar energías sin tener que ir a un lugar físico es hacer una meditación guiada. Hay muchas disponibles en YouTube, así como aplicaciones como Calm y Headspace.

Recuerda también que de vez en cuando debes tomarte un descanso de las redes sociales. Cuando de verdad quieras desconectarte, borra las aplicaciones de redes sociales de tu teléfono. Siempre puedes volverlas a descargar y conectarte a tu cuenta fácilmente sin perder nada. Esta es una opción útil para aquellos de nosotros a los que se nos hace difícil resistir la tentación de abrir estas aplicaciones en cualquier momento. Aprovecha para llamar a alguien con quien no hablas hace tiempo, leer un buen libro o salir a pasear (de forma segura, claro está).

Proponte aprender algo nuevo: una receta, una destreza como tejer o coser o a tomar fotos. Hay muchos tutoriales gratuitos en Internet. Puedes crear tus propios proyectos, como hacer una falda o un vestido, hacer una colección de fotos de la naturaleza, etc.

Finalmente, ¡desahógate! Llevar un diario puede ser una forma buenísima de catarsis. No tienes que ser un gran escritor. Tu diario puede ser tu espacio de desahogo. Otra forma de desahogarse de forma creativa es a través del collage. Si tienes acceso a revistas viejas en casa, esta puede ser una excelente manera de desahogarte creando y cultivar la creatividad de otra manera.

Empodera tus caderas durante el mes de julio

Este año nos tiene a todos virados, y el que más o el que menos, todos hemos tenido que lidiar con grandes retos. Los terremotos en Puerto Rico a principios de año, la pandemia de Covid-19, la violencia policíaca en Estados Unidos y las protestas contra las políticas racistas y la injusticia social se han combinado para crear un ambiente de incertidumbre y temor.

En esta coyuntura, resulta difícil mantenernos concentrados en nuestros objetivos. Confieso que no siempre siento deseos de levantarme a seguir luchando. Pero lo que más me motiva es la comunidad de la que formo parte gracias a Almacén 63. Aparte de una oportunidad de reinventarnos y llegar a más personas, nuestras clases en línea me llenan de esperanza y alegría porque me permiten mantenerme conectada con personas que quiero y admiro.

Durante el mes de julio hemos tomado de continuar con nuestra oferta de clases en lugar de tomarnos un descanso veraniego. Queremos seguir conectando con ustedes, y teniendo esos ratitos de sosiego juntas que, aunque con sus retos e imperfecciones (porque la plataforma Zoom no es perfecta), nos brindan un momento de pausa, movimiento y conexión.

Este próximo mes, seguiremos con ustedes con nuestras clases de bellydance y twerk del 29 de junio hasta el 23 de julio.

Para ver las descripciones de los cursos y registrarte y pagar completamente en línea accede aquí.

Supera tu miedo al baile

Si puedes mover el cuerpo, puedes bailar.

Nunca olvidaré mi primera clase de danza del vientre. Fue hace quince años mientras cursaba mi semestre de intercambio en Francia. La instructora era una chica alemana que llevaba varios años estudiando danza árabe y nos propuso darnos una clase gratis para pasar las tardes. Aunque desde hacía años había soñado con aprender danza árabe, nunca había podido costear las clases, por lo que no lo pensé dos veces para decir que sí.

Regresé a casa con los pasos que había aprendido y seguí practicando otros que veía en videos. Cinco años después, en 2010, empecé con mi entrenamiento formalmente, en California, durante mi primer año de maestría.

En aquella época no me consideraba una bailarina. El término “bailarina” me parecía un concepto alejado de mí, reservado solo para las bailarinas de ballet profesionales y personas que tenían un tipo de cuerpo específico. Claro, como puertorriqueña, siempre había bailado. Pero no era bailarina como tal. De hecho, en mi mente, era lo más alejado que podría haber de un bailarín. Me sentía torpe, no tenía coordinación y no cabía en un leotardo. Simplemente disfrutaba de bailar en las fiestas y encerrada en mi cuarto.

Ya han pasado diez años y desde ese entonces nunca he parado. Tan pronto empecé a estudiar seriamente, la danza árabe se apoderó de mí y transformó mi vida. Aún así, tardé muchos años en considerarme una bailarina.

Después de una década de formación como bailarina adulta, varios años de bailar en escenarios y un par dando clases, una de las mayores lecciones que he aprendido es que la danza no está reservada para un subconjunto dotado de la población, sino que es de todos.

Tampoco tienes que tener “talento innato”. Aún si no bailas desde niño, la danza puede beneficiarte. Al igual que con todo, solo hace falta comprometerse y llegar a las clases. Aquí te dejo algunas sugerencias para superar tu miedo al baile.

  1. A NADIE le sale bien desde el primer día.

Claro, aunque algunas personas parecen tener un don natural para algunas cosas, con el tiempo verás que sin constancia y disciplina el talento natural tiene sus límites. Una persona que llegue siempre a clase y practique en casa llegará más lejos que una persona con un don natural que casi nunca entrena. Regálate la oportunidad de sorprenderte a ti mismx.

  1. Mantén vivo tu espíritu de curiosidad. 

Aprender un nuevo estilo de baile, aún si ya eres movedor, es una oportunidad de aprender cómo mover el cuerpo desde cero. Tan pronto entres por la puerta, llega con la mentalidad de aprender y ponte en el lugar de un niño que aprende a caminar. La curiosidad nos permite sentir asombro y el asombro nos aporta alegría por las cosas pequeñas.

  1. Busca una clase para tu nivel.

Si nunca has tomado ballet, busca una clase de ballet para adultos principiantes (si eres adulto). Y lo mismo se aplica a todo lo demás: busca una clase básica y, si es posible, únete a un grupo que esté empezando. Otra opción es preguntarles a tus instructores cómo puedes ponerte al día o incluso tal vez tomar una o dos sesiones particulares en lo que alcanzas al resto del grupo.

  1. Sé consciente de cuáles son tus objetivos.

Tomar clases de baile no es solo para aquellos que quieran ser bailarines profesionales. Uno puede ser un aficionado de toda la vida. La danza consiste en mucho más que solo aprender una destreza: se trata de una oportunidad de socializar, de conocer a personas de todo tipo, de aprender sobre otra cultura e incluso de practicar tus destrezas del idioma (por ejemplo, si estás en otro país) de una forma distinta.

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Foto de Anna Shvets en Pexels.com

  1. Ve pasito a pasito.

Si te sale algún paso, pide ayuda para llevarlo a pasos más básicos y empieza por ahí. La regresión es sumamente importante en cualquier disciplina. A veces hay que ir para atrás para poder continuar hacia adelante. Quítale los brazos, practícalo a un ritmo más lento hasta desarrollar la memoria muscular y después añádale las cosas más complejas.

  1. Céntrate en los beneficios.

Como mencioné, una clase de baile es una oportunidad de socializar con distintos tipos de personas en un contexto diferente. La danza también ayuda a adquirir destrezas para resolver problemas y pensar de manera creativa, todo mientras nos ejercitamos.

  1. No te tomes siempre tan en serio.

Algunos bailes hacen que tengamos que mover el cuerpo de formas que nos pueden parecer extrañísimas. Pero desarrollarás consciencia de muchas partes del cuerpo que ni sabías que tenías. (¡Dile hola al piso pélvico!) Puede ser que te sientas ridículo. Sin embargo, al practicar las distintas posiciones tendrás una gama de movimiento mucho más amplia y esto es sumamente saludable.

  1. Integra los pasos en tu vida diaria.

No siempre tienes que sacar una o dos horas para practicar los pasos. Lo lindo de la danza es que puedes poner música y dar algunos pasos mientras lavas los platos, caminas por la casa o pasas la aspiradora. Puedes practicar algunos ejercicios mientras ves la televisión o en tus descansos del trabajo. ¡Ponte creativo!

El baile es mucho más que saltar por el aire o hacer un “split”. Se trata también de entender el cuerpo mejor, conocer sus límites y posibilidades. Se trata de disfrutar del momento, no importa dónde nos encontremos.

¡Chequea nuestro horario de clases virtuales!

***AVISO IMPORTANTE: Recuerda consultar con tu profesional de la salud antes de iniciar una rutina de movimiento nueva.

¿Quieres, pero tienes miedo?

¿Te interesa aprender un baile, pero tienes miedo de ir a una clase? Con frecuencia escucho a personas decir que les interesa tomar alguna clase de baile, pero no se atreven. “Es que no tengo coordinación” o “no soy flexible” o “no tengo ritmo”.

La realidad es que, si no tienes algún impedimento físico que limite tus movimientos, existen muchas razones para superar ese miedo:

  • La danza expande tu capacidad de movimiento. La gama de movimientos que solemos realizar en la vida diaria se limita por lo general a caminar, estar sentados, estirarnos, estar echados y, en algunos casos, correr. La “dieta” de movimiento de las personas que no practican ninguna disciplina física es muy limitada. Con el tiempo, entramos en hábitos y patrones posturales que nos van quitando movilidad y, a la larga, nos hacen más propensos a lastimarnos.
  • La danza te permite socializar. Entrar a una clase de baile (¡aunque sea online!) te permite conocer personas nuevas con otros estilos de vida e intereses distintos. Esto te permite enriquecer tu red social, lo cual es muy positivo para tu calidad de vida.
  • Expande tu mente. Del punto anterior se desprende que al conocer personas con distintos estilos de vida y de distintas edades te vas a exponer a otras perspectivas, y esto te da más empatía y conocimiento. Asimismo, aprender un baile a menudo viene acompañado de aprender algo de la cultura en que se desarrolló el baile. Y si es un baile de tu propia cultura (como la salsa o la bomba, en el caso de Puerto Rico), ¡te compenetras más con tu propia cultura! Bailar es otra forma de conocer otros países y otros mundos.
  • Te ayuda a romper con la rutina. Aún si eres alguien que visita el gimnasio o realiza alguna otra disciplina física, tomar una clase de baile a la semana te ayuda con tu entrenamiento físico general y te permite romper con la rutina a fin de mantenerte motivado.

Aprender un baile es como aprender cualquier otra cosa: al principio no nos va a salir bien. Olvídate de las ideas sobre personas con “talento natural”. La danza es para todos.

Es sumamente importante recordarte que debes consultar a tu médico antes de iniciar alguna rutina de movimiento nueva para que te dé el visto bueno, sobre todo si tienes alguna afección que pudiera verse afectada por el movimiento.

Recuerda que durante esta época de cuarentena Almacén 63 sigue ofreciendo sus clases de bellydance en línea a través de la plataforma Zoom. Contamos además con una clase de twerk conditioning y yoga restaurativa. ¡Chequea los horarios aquí!

Es hora de empezar a soñar

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