Reflexiones sobre una semana desconectada

Hace un par de semanas tuve la oportunidad de estar en Nuevo México por cuarta vez para participar del retiro anual que realiza una de mis instructoras favoritas, Mira Betz. Durante este retiro, nos desconectamos del mundo por una semana para dedicarnos de lleno a la danza, aprender técnicas nuevas y mejorar nuestra conexión con el cuerpo y con nuestra voz artística.

El retiro se ha convertido en una experiencia renovadora llena de reflexión, descanso y risas. Junto con las demás 23 participantes, conversamos cada día sobre las cosas que nos preocupan, las que nos entusiasman, las que nos entristecen o nos dan esperanza. Hablamos de nuestras experiencias en la danza, nuestras metas y nuestros sueños.

A pesar de que es posible mantenernos en contacto con nuestras familias y seres queridos, se nos exhorta a que pongamos todo en pausa por una semana, y a que nos desconectemos por completo de las redes sociales.

Vista del colorido atardecer.

Y es esto último lo que más me permite renovar energías. En mi proceso como administradora de Almacén 63 he tenido que aprender mucho sobre el manejo de redes sociales y el mercadeo, y a pesar de que es un trabajo creativo que disfruto, puede llegar a ser agotador.

Quien no ha tenido que promover un negocio o actividad para atraer gente nueva muchas veces no entiende lo cuestarriba que puede llegar a ser. Sí, publicar toma un segundo. Pero antes de publicar hay que sentarse a idear, a crear, tomar fotos, elegir la correcta, diseñar el mensaje. Todo eso toma tiempo y energía.

En el fondo, la capacidad de desconectarse de las redes por varias horas o días se trata de estar dispuestos a dejarnos sentir lo que sintamos en el momento: ansiedad, preocupación, miedo, inseguridad, etc.

Es por eso que, ya seas alguien que promueve cosas en redes sociales o no, es de gran importancia que te tomes espacios de desconexión con toda la frecuencia que puedas. Yo por lo general intento disminuir considerablemente mi actividad en las redes los fines de semana. Limito mi consumo a una o dos veces al día, y trato de no consumir nada de redes sociales los fines de semana.

Además, hago todo lo que pueda por no sacar el teléfono durante las cenas en restaurantes con mis amigos o reuniones familiares. Lo admito: es súper difícil. A veces uno quiere compartir una foto graciosa o un video, o simplemente escaparse de los silencios o de las conversaciones incómodas, ¡o de los temas aburridos!

En el fondo, la capacidad de desconectarse de las redes por varias horas o días se trata de estar dispuestos a dejarnos sentir lo que sintamos en el momento: ansiedad, preocupación, miedo, inseguridad, etc.

Vista del paisaje en las montañas de Nuevo México.

Agradezco todas las ventajas que la tecnología puede ofrecernos, pero también creo en que hace falta crear espacios de desconexión en nuestras vidas para reconectar con el mundo tangible. Soy defensora del uso consciente de las redes sociales y el Internet, y de tomar la decisión consciente de desconectarse.

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